¿No crees que cada persona debería responsabilizarse de su propia salud? Parece obvio, pero es menos común de lo que te imaginas. Sabemos lo que nos perjudica y lo que no, sin embargo, no somos conscientes de adoptar hábitos saludables.
Por ejemplo, existen evidencias científicas de que el cigarrillo es un factor de riesgo que se relaciona a las principales causas de muerte en el mundo como enfermedades cardiovasculares o cáncer… Sin embargo, según la OMS actualmente hay cerca de 1.300 fumadores en el mundo.
Esta alarmante cifra se debe en gran medida a la falta de conciencia en el autocuidado, y, para adquirir conciencia ¿Qué debemos hacer? Muy fácil, hay que observar cuáles son nuestros hábitos diarios y empezar a realizar pequeños cambios.
Nuestras acciones y hábitos juegan un papel muy importante en nuestra salud y estar conscientes de ellos pueden ayudarnos a disfrutar de una vida más saludable. Tenemos la responsabilidad de adquirir hábitos saludables si queremos sentirnos bien, pues nuestra salud depende de nosotros mismos más de lo que imaginas.
Es cierto que hay múltiples factores que pueden afectar la salud, sin embargo, podemos hacer y evitar ciertas cosas que nos ayudan a estar más sanos y sentirnos mejor.
El autocuidado y el equilibrio entre mente y cuerpo es fundamental para mantener una buena calidad de vida. Pero ¿Qué puedes hacer por tu salud? A continuación, te mostraremos 5 hábitos que dependen de ti para una buena salud.
1) Mantente hidratada todo el día
Es importantísimo para nuestro organismo, pues el agua es el combustible que utiliza nuestro cuerpo para muchos de sus procesos más importantes como: regulación de la temperatura corporal, lubricación de articulaciones y eliminación de desechos, entre otros. En pocas palabras, necesitamos del agua para sobrevivir.
Pero ten cuidado con los excesos y olvídate de los dos litros de agua, pues no hay una fórmula o cantidad exacta de agua que deberías beber para estar hidratada. Mejor guíate a través de la sed, un mecanismo que poseemos para regular la cantidad de agua en nuestro cuerpo.
Ten presente que muchas veces confundimos sed con “hambre repentina” y antes de ingerir algún alimento bebe un vaso con agua. Si escuchamos a nuestro cuerpo y bebemos cuando tenemos sed, no tiene por qué haber ningún problema.
2) Come bien: elige diferentes alimentos y preparaciones
El secreto está en la elección y no en la restricción. Hay que tener en cuenta que una alimentación balanceada no es sinónimo de hacer dieta, es hacer una apuesta segura por tu salud y trae muchos beneficios para nuestro organismo, entre ellos: protege nuestro sistema inmune, previene la osteoporosis, mantiene sana la piel, regula el tránsito intestinal, protege el corazón…
Aunque la composición exacta de una alimentación balanceada está determinada por las características de cada persona, no es lo mismo un plan de alimentación para un atleta que para una persona que trabaja en la oficina, los alimentos siguen siendo los mismos.
Si tu alimentación dista mucho de ser considerada saludable, lo mejor es que empieces con pequeñas acciones, incluye poco a poco frutas y verduras de temporada; elige la opción más sana de algún alimento, por ejemplo, cambia el pan blanco por pan de grano entero; o disminuye la cantidad de alimentos procesados que comes a la semana.
3) Haz ejercicio mínimo 30 minutos al día
Así como lo lees, con sólo 30 minutos de actividad física al día podrás percibir múltiples beneficios para tu salud, pues el ejercicio es uno de los mejores antídotos contra enfermedades crónicas como la diabetes o el cáncer, además ayuda a controlar el estrés y la ansiedad.
Y tranquilo, no te estamos hablando de 30 minutos de actividad intensa diarios con CrossFit o Cardio Hit, pues según la OMS “Se considera actividad física cualquier movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que supongan un consumo de energía”. Se trata de mover el cuerpo en actividades tan sencillas como caminar, correo, bailar o hasta hacer las actividades domésticas.
Si nunca has hecho ejercicio recuerda ir de a poco y escuchar tú cuerpo, puedes empezar con 30 minutos de caminata a un paso moderado e ir aumentando poco a poco la intensidad incluyendo ejercicios aeróbicos o de fuerza.
4) Cuida tu mente
Debemos tener un equilibrio entre mente - cuerpo, pues nuestras emociones influyen en nuestra salud física y viceversa.
De la misma forma que con el ejercicio físico fortalecemos nuestros músculos y prevenimos enfermedades, con la actividad mental fortalecemos nuestra memoria, retrasando o frenamos el deterioro de la misma, además nos ayuda a controlar nuestras emociones.
Para activar el cerebro puedes hacerlo con juegos que exijan pensar como el ajedrez, aprender un nuevo idioma o a tocar un instrumento, leer libros que te hagan reflexionar y refresquen tu vocabulario, o cambia la forma de hacer acciones sencillas como lavar tus dientes con la otra mano.
También reserva unos minutos diarios para practicar técnicas de relajación como yoga, meditación, visualizaciones creativas o mindfulness (prestar atención plena a las actividades del presente). Esto te ayudara a reducir tu nivel de tensión, ansiedad, controlar tus emociones, aumentar tu nivel de concentración y a conciliar el sueño con más tranquilidad.
5) Protege tu piel del sol incluso en días nublados
No importa si es invierno o verano, si es un día soleado o si cae una torrencial lluvia, no olvides seguir usando tu fotoprotector ¿Por qué? Si queremos mantener una piel sana y prevenir el fotoenvejecimiento debemos protegernos todos los días del año.
Afortunadamente quedó atrás la creencia de que el fotoprotector (protector solar) era para utilizar únicamente en la playa o la piscina y cada vez se ha creado más conciencia de la importancia de proteger nuestra piel del sol, y no solo por tema estético, sino por un tema de salud.
Recuerda que el sol tiene dos tipos de rayos (los UVA y los UVB), siendo los primeros los causantes del foto envejecimiento y algunos tipos de cáncer; y los segundos, los responsables de las quemaduras solares.
Pero no hay que satanizarlo, pues el sol nos aporta felicidad, energía y Vitamina D, aliada en la absorción del calcio y el fósforo, por lo que es muy importante para la salud de nuestros huesos.
Se trata entonces de encontrar un equilibrio, saber disfrutar del sol, pero con la debida protección.
Si empezamos a dar pequeños pasos desde ahora, gozaremos de grandes beneficios en el futuro. ¡Anímate! Y recuerda que tu salud depende de ti.
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